Cómo elegir el mejor puesto de pesca: trucos y experiencias de un pescador

Una de las preguntas que más me hacen cuando voy al pantano es:
“¿Cómo sabes dónde ponerte para pescar?”
Y la verdad, elegir el puesto de pesca es casi tan importante como el montaje, el cebo o la caña. Yo siempre digo que un buen pescador no se mide por la cantidad de cañas que tiene, sino por cómo sabe leer el agua y elegir el sitio correcto.
En este artículo te voy a contar, desde mi experiencia, los trucos que de verdad funcionan para dar con el mejor puesto, tanto si haces carpfishing como si sales de pesca deportiva más general.
1. Leer el agua: el primer paso de todo pescador
El agua nunca está quieta del todo. Siempre tiene detalles que nos dan pistas:
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Saltos y burbujas → si ves actividad, probablemente hay peces alimentándose.
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Cambios de color → agua más oscura suele significar más profundidad; agua clara y brillante, fondos duros.
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Rizos del viento → donde el aire rompe la superficie, suele acumularse alimento.
Yo siempre recomiendo sentarse cinco minutos, observar y escuchar antes de lanzar. Muchas veces, la impaciencia nos hace perder oportunidades.
2. Conocer el fondo y las estructuras
No hace falta tener la sonda más cara del mercado. Con un plomo marcador o simplemente mirando la orilla puedes intuir mucho:
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Árboles caídos y ramas → zonas de refugio perfectas para carpas y barbos.
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Orillas con recovecos → suelen esconder entradas de agua y comida natural.
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Fondos de grava, conchas o arena → auténticos comederos, ideales para carpfishing.
En mi caso, he sacado carpas memorables pescando justo en los bordes de zonas de barro y grava. El pez se mueve ahí porque encuentra seguridad y comida a la vez.
3. El viento: el gran aliado (aunque incómodo)
Esto es algo que aprendí con los años: el viento manda.
Si sopla fuerte hacia una orilla, empuja larvas, semillas, insectos… y, detrás de todo eso, van los peces.
Eso sí, no es el sitio más cómodo. Normalmente acabas con la cara llena de agua, el trípode tambaleando y la tienda moviéndose. Pero si lo que quieres es pescar, ese suele ser el lugar más productivo.
4. No te fíes del puesto más cómodo
Reconócelo, a todos nos ha pasado: llegas al embalse, ves un puesto amplio, con sombra y espacio para las cañas… y piensas “este es el mío”.
Pero la realidad es que muchas veces los mejores puestos son los más incómodos. Sitios con maleza, con apenas espacio para lanzar, donde parece imposible montar el campamento.
Yo mismo he tenido jornadas de “capote” en sitios bonitos y días de gloria en rincones imposibles. El pez no entiende de comodidad, entiende de comida y refugio.
5. La paciencia: el arte olvidado de la pesca
Aquí no hay secretos: si cambias de sitio cada 20 minutos, nunca dejarás que el puesto “trabaje”.
Yo suelo dar al menos un par de horas a cada lugar antes de decidir moverme. En el carpfishing, incluso más: el cebado necesita su tiempo para atraer al pez.
La pesca es paciencia, observación y confianza. Quien quiera inmediatez, que se vaya a un videojuego.
6. Extra: pequeños detalles que marcan la diferencia
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Pesca a diferentes profundidades: no siempre están pegados al fondo, a veces comen a media agua.
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Madrugón y atardecer: son las mejores horas para carpas y barbos.
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Silencio: parece una tontería, pero los peces notan las vibraciones. Nada de golpes fuertes ni música alta.
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Cebado progresivo: mejor poco y constante que echar un cubo de golpe.
Conclusión
El mejor puesto de pesca no siempre es el más cómodo, ni el más bonito, ni el que ves en fotos de redes sociales. Es el que tú aprendes a leer con la experiencia, observando el agua, entendiendo el viento y confiando en tu instinto.
Si empiezas a fijarte en estos detalles, te aseguro que tus jornadas de pesca van a cambiar. No solo tendrás más capturas, también disfrutarás más del proceso.
Y recuerda, la pesca no es solo sacar peces: es estar en la orilla, desconectar y aprender cada día un poco más del entorno. Lo demás, llega solo. 🎣